lunes, 28 de septiembre de 2009

pesca en la Praia de Meco

Adoro septiembre. Es un mes cálido, amable, que llega con calma tras los calores y sudores de agosto. Me encanta ir a la playa por las tardes. El sol se pone a las 8 y tengo tiempo de dormir una siesta tardía con la cabeza a la sombra dejándome tostar un poco por los últimos rayos del día.
Hace unas semanas viví una experiencia inolvidable, y gracias a la cámara de mi teléfono móvil puedo compartirlo con todos vosotros: los pescadores de la Aldea do Meco echando sus redes al mar desde barcazas para sacar unos pocos peces del tamaño mínimo exigido para la venta. Una serie de espectáculos mágicos:

el del esfuerzo en equipo,

el de devolver a la mar los peces pequeños que habían quedado atrapados a cientos en las redes,

el de la llegada de las gaviotas en busca de su festín,

el de la generosidad de los pescadores
compartiendo el fruto de su trabajo con todos los que observábamos,

al final de la tarde volví para casa con una bolsa de 4 kilos de caballas. Entiendo hasta cierto punto que la pesca de arrastre esté limitada, incluso que se quiera prohibir. Pero después de ver a este grupo de hombres afanados por devolver al mar cientos de caballas pequeñitas mientras todavía estaban vivas, me he reconciliado un poco más con la especie humana: con lo burros que somos normalmente pisoteando todo lo que la naturaleza pone a nuestro alcance, me resultó un grato placer ver a estos hombretones esforzándose por devolver al mar lo que le acababan de pedir prestado.

El espectáculo de las gaviotas fue sorprendente, y me recordó que la naturaleza es mucho más inteligente que nosotros: la vida continúa, y esta "arte" ancestral tan poco evolucionada, les permite alimentarse con poco esfuerzo cada tarde a la puesta de sol.

Una experiencia más de la que aprender bastantes cosas...

1 comentario:

lolaysanti dijo...

Lola y yo estamos de acuerdo.

¡Precioso!

Besitos y buenos deseos