domingo, 1 de junio de 2008

nointeresa

Para variar llevo mucho sin escribir, pero me voy a desquitar un poco. Lo primero que tengo pendiente es contar una mala experiencia pasada en micasa que como todo, terminó por ser buena, al menos porque me ha dado pie a contarlo aquí, y de paso, explicar un poco más cómo es esta mitucasa. Para evitar de alguna forma futuras sorpresas.

Experiencia de hace algo más de un mes. Reserva de una pareja de españoles que querían venir de sábado a miércoles, pero como no había sitio, pasaron primero por Sintra y reservaron desde el domingo. Como siempre, pregunto a qué hora aproximada llegarán. Me responden que a media tarde. El mismo día llaman para decir que llegarán a última hora de la tarde, con lo que mis planes de cena temprana con un amigo tienen que cambiar para una cena más tardía. Llegan a las 9 de la noche. Abro la puerta y me encuentro una pareja con bastante mala cara: se habían perdido y no sabían el número de la calle -algo que ocurre de vez en cuando aunque envíe un plano de cómo llegar con la dirección exacta-. Les dejo instalados en su habitación y me voy a cenar. Lo primero que comento a mi amigo es que he tenido una sensación extraña con ellos, que no son "de micasa", que creo que se han equivocado. Él, que me conoce, me dice "bueno, pues si se han equivocado, ya se irán o cambiarán de idea".

Bajan a desayunar los últimos, cerca de las 11, con cara de pocos amigos. Les pregunto "¿habéis dormido bien?" Responde ella mirando al suelo "pues no, yo he dormido fatal, me han despertado unos pájaros cantando esta mañana de lo más desagradables" (aclaro que no dijo "un gallo", luego fueron los pájaros "desagradables"). Yo, sin inmutarme, con mi sonrisa, ni caso, pensando para mis adentros "efectivamente, se han equivocado, a ver si el desayuno les endereza, aunque ¡para lo mal que han dormido, qué tarde se han levantado!", y me subo a trabajar mientras desayunan. Al cabo de un rato sube Vera (que me ayuda en casa) y me dice que quieren hablar conmigo. Sin mirarme a los ojos ni una sola vez, con la misma cara de pocos amigos, me dice él que están muy a disgusto, que esto no es para nada lo que esperaban, que no es un hotel, sino una casa particular y con mucha personalidad, que la ducha está rota y la habitación llena de hormigas. Lo primero que me sorprende es que hayan esperado media hora para contarme esto, sobre todo lo de las hormigas, y que si la ducha está rota, tengan el pelo mojado, pues imagino que no se habrían podido duchar. Sin darme tiempo a responder, siguen con que ellos habían reservado una habitación doble y esperaban tener lo mínimo que se tiene en un hotel, y que preferirían marcharse. Ahí ya sí me dejan intervenir para, obviamente, decirles que por supuesto, se vayan cuando quieran. Añado que la ducha estaba impecable al arreglar el baño (me había tocado a mi hacer ese baño, cosa que no sucede casi nunca, así que no me la podían colar), y que lo de las hormigas no lo había visto al arreglar la habitación, pero que lo sentía muchísimo. Remato la faena diciéndoles que ya me había dado cuenta cuando llegaron de que esta no era sucasa, que no les gustaba y que se querrían marchar rápido, les pregunto qué esperaban después del cruce de correos que explican creo que con bastante claridad de qué va esto, y les pregunto si alguna vez en su vida habían estado en un bed&breakfast. Me dicen que no, que sólo han estado en alguna casa rural, y que si, en mis correos digo que es mi casa, pero que nunca se habrían imaginado que se me ocurriera alquilar una habitación en la que hubiera una foto de mis sobrinos y libros con anotaciones mías. Obviamente me piden que les devuelva la parte del depósito que se supone que cuando se cancela con menos de 48 de antelación no se devuelve. Evidentemente les digo que si, que por supuesto, que me subo a hacer la cuenta mientras preparan sus cosas. Subiendo la escalera pienso "qué bien, qué gusto pagar a alguien para que se vaya de esta casa".

Media hora después bajan con su maleta, les doy el dinero, y, mirándome por primera vez a la cara, me dice él "por cierto, el desayuno estaba bien". Por suerte se marchan sin más. Cuando subo a la habitación veo que han destrozado la ducha, es decir, han arrancado de cuajo la manguera de la pared, y deben haber dado un buen golpe a la ducha, porque está partida por la mitad. Además la escobilla del papel higiénico está también rota en dos. Y lo mejor de todo: junto al ventanal de la habitación, en el suelo, hay unos restos de bocadillo y de fruta, festín de un ocupadísimo y feliz batallón de hormigas, en el resto de la habitación, ni rastro.

¿Por qué lo cuento? porque explica muy bien lo que es y no es micasaenlisboa. Hace un año estaba de obras, terminando de colocar la escalera que sube a la buhardilla, y haciendo el cuarto blanco. En junio se ocuparon por primera vez todas las habitaciones. En casi un año es el primer contratiempo real que ocurre en esta casa. Me parece un récord. Y me encanta que la inmensa mayoría de los que habéis venido lo hayáis entendido como es. Sé que a muchos os ha sorprendido, que os puede haber descolocado, incluso defraudado en algo. Sé que la mayoría adoráis los desayunos, y a Lola, aunque una pequeña minoría acabe harta de ella. Todos tenéis una palabra amable con Vera, Silviani o Filipa, que me ayudan cada una de una forma diferente. Esta es mi casa, y me gusta compartirla, otra cosa no interesa. Lo que interesa es que disfrutéis de esta casa y de esta ciudad al máximo. Y que os quede un recuerdo agradable. Y la certeza de que os habéis alojado en casa de una amiga que ya es de alguna forma vuestracasaenlisboa.