domingo, 14 de agosto de 2011

guestfriends

Bajo este nombre, bastante explícito, se van agrupando poco a poco una serie de personas que, más que pasar por mi vida (y por la de Lola), se han ido instalando en ella de forma casi permanente (en nuestras vidas, quiero decir).

Esta semana he tenido una nueva incorporación a la lista, y durante nuestros paseos y charlas se ha ido definiendo un poco más en mi cabeza esta categoría que tanto tanto me gusta y tan poco me cuesta identificar.

El primer guestfriend del que tengo conciencia fue un portugués al que me unieron en su día algunos gintónics saboreados con placer al borde de la piscina de La Parra. Hoy, muchos gintónics y 10 años después, me une una preciosa amistad con su familia toda, incluyendo al último que acaba de llegar a Lisboa hace sólo dos semanas desde la tripa de su madre.
Entre Pedro y Nienke, la última adquisición de esta semana, hay un largo recorrido lleno de momentos deliciosos.

Hace un par de meses el corresponsal de El País me preguntó que qué era lo que más me gustaba de este trabajo mío. Le contesté que lo mejor es que los "clientes" son totalmente diferentes de lo que en cualquier trabajo se consiera un cliente, vienen a descansar y a disfrutar, no están estresados por conseguir mejorar los resultados de su empresa a través de mi/nuestro trabajo. Nuestro "esfuerzo" (que más que esfuerzo, es un placer) les ayuda a ser un poco más felices. Algunos reservan sin estar del todo convencidos, o con demasiada prisa como para leer nuestras indicaciones y saber si éste será el sitio que querían. No disfrutan, no entienden este concepto, les molestan las campanas de la iglesia y Lola les parece una pesada pidiendo algo cada mañana en el desayuno. Esos pocos no vuelven ni recomiendan micasaenlisboa a ninguno de sus amigos, incluso algunos escriben un comentario negativo en algún foro. Durante su estancia, generan un poco de tensión entre todos nosotros, e incluso otros huéspedes lo sienten así y lo comentan. A algunos les hemos ayudado a encontrar otro establecimiento en que alojarse, sin cobrarles la cancelación de su estancia con nosotros.
La inmensa mayoría elijen este alojamiento porque entienden lo que ofrecemos y quieren disfrutar de algo así. Su estancia es de 3 ó 4 días, pero muchos de ellos vuelven, recomiendan a sus amigos, escriben cosas preciosas en los cuadernos de las habitaciones o en los foros de internet, nos escriben cuando algo les recuerda su paso por aquí, nos mandan fotos, ... con todos ellos mantenemos un vículo especial.

Y dentro de esa mayoría que acierta, hay unos pocos casos excepcionales en los que, por motivos que desconozco, se establece una química fantástica que los transforma en
guestfriends. Se diferencian de los demás en que vuelven una y otra vez, y no siempre físicamente, vuelven por mail, o por teléfono, o a través de algo que olvidaron, o de un momento especial vivido juntos, o como esta tarde, a través de un amigo al que recomiendan esta casa.

Muchos los conservo de los años de La Parra y hoy son parte de mi cotidiano como Pedro, Raquel, Paula, Ana, Pierre... otros están más lejos físicamente, pero los siento cerca y el tiempo que hemos pasado sin vernos se desvanece después de 5 minutos de conversación, o 4 lineas de mail, como Jennifer, Edita, Ana, Daniel, Jo, Cori, Bry, Yamila, Luis,... A algunos les recuerdo a través de una receta, como a Shanon, a Gäel a Coquie o a Lola. Con otros me unen charlas telefónicas interminables, como la que tuve anoche con Anita antes de ponerme a escribir un rato. Algunos adquieren el carácter de guestfriends en el primer intercambio de correos, como Pepa o Kari. Otros a la primera llamada, como Aitana. Unos pocos a la primera mirada, como Nienke. A veces es Lola quien les cautiva, como a Victoria. Con muchos compartimos cenas y vinos deliciosos, como con Claudia o con John. A otros incluso les ayudamos a buscar apartamento en Lisboa, como a Peter y Sarah.

A veces pasan años sin saber de ellos, pero siempre hay un momento de alegría expansiva en el momento en que nos recuperamos. O de ternura.

Cada vez que distingo uno nuevo, me aproximo con verdadero placer: descubrir las historias que hay detrás de cada uno de ellos, las bellas casualidades que nos aproximan, el camino que les ha traído hasta sucasaenlisboa, daría para escribir un precioso libro de relatos. De momento me considero privilegiada de coleccionarlos a todos ellos y las historias que nos unen. Y de disfrutarlos cada vez que la vida nos regala la oportunidad.

Algunas de estas historias, a veces, tienen desenlaces inesperados.
Todas, siempre, nos hacen un poco más felices.

(gracias Yoyita, por este regalo maravilloso)

2 comentarios:

Anita dijo...

alegría de leerla... todavía me relamo por nuestra hermosa conversación... bonne journée!

mariaenlisboa dijo...

evidentemente no están todos los que son... aunque sí son todos los que están!